Si pienso en esta palabra:
mundo,
empapo de sudor la camisa
como un labrador en su cultivo.
Tengo plantas y un par de tomates en casa,
algunos libros que esconden desdichas humanas,
el patio, tres ventanas, las películas,
el abundante calvario de las calles,
mi cama,
la ansiedad por tu carne,
y el recuerdo de la abuela,
convencida de que presto atención a sus advertencias.
Si pienso en esta palabra:
mundo,
comienzo a engendrar una poesía y eso me consume,
pues la dificultad es que la palabra mundo
no me autoriza dormir,
y como el escritorio del que intenta ser poeta
no se creó para descansar
he de pensar y plasmar esta palabra
–mundo,
para todo el día o resto de vida.
Si pienso en la palabra firmamento
para estimular mí sustancia,
si plasmo la palabra firmamento,
sin esperarlo apareces y lo ocupas todo,
un lujo para el que te piensa.
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