Hoy disfruto de una vida amarrada a la madre tierra,
mañana seré mucho más grande, como dos Canet
en un planeta de brújula inalterable.
Siempre ha radicado en esos detalles,
en perseguir los sueños y consumirlos;
la inseguridad debe ser un problema gástrico
o un daño colateral de aquella niñez
que siempre intento olvidar.
Tan solo conozco dos idiomas, el silencioso es mi favorito
y veinte horas de vigilia como veinte uñas,
locura completa con su cordura
rimando en mi sistema respiratorio.
Qué linda es la palabra titubeo
me gustaría tanto saber bailar.
Llevo ya algunos años transitando
por esta perpetuidad de senderos poéticos
y se obstaculiza esta sensación de tener siempre
algún asunto por terminar,
y mi vida en un cajón de madera
que no es mía
ni del tipo de ojos castaños.
A día de hoy tengo a los miedos encarcelados,
el mimetismo aguzado, y mañana
mañana dejará de dañarme el pasado.
Sencillamente ojos con más brillo
y menos cabello, algunas canas
y no obstante
esta carne, músculo que palpita y entrañas,
pellejo y felpudo de palabras,
este corazón y el tuyo son los únicos
que me acompañan
hasta que no haya más puestas de sol
y me cubra el musgo.
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