Espabila la mañana,
el crujido del sol que se ha levantado azotando la ventana con luz y polen.
Le replica la blasfemia que provoca el aullido del perro herido
que escapa en dirección a Plaza Castilla, dobla la esquina, se esconde y silencia.
Paseo de la Castellana.
Progresa un coche conducido
por un lunático que ha heredado la malicia
que le falta al vagabundo que sentado espera.
El pavimento gime bajo los zapatos de unos cuantos groggys,
los teléfonos continúan iluminados.
De la hediondez nacen imprecaciones.
Un gorrión se detiene en los jardines
y fugaz inicia el ascenso con un gusano balanceándose en el pico.
el crujido del sol que se ha levantado azotando la ventana con luz y polen.
Le replica la blasfemia que provoca el aullido del perro herido
que escapa en dirección a Plaza Castilla, dobla la esquina, se esconde y silencia.
Paseo de la Castellana.
Progresa un coche conducido
por un lunático que ha heredado la malicia
que le falta al vagabundo que sentado espera.
El pavimento gime bajo los zapatos de unos cuantos groggys,
los teléfonos continúan iluminados.
De la hediondez nacen imprecaciones.
Un gorrión se detiene en los jardines
y fugaz inicia el ascenso con un gusano balanceándose en el pico.
Canet.
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