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miércoles, 8 de junio de 2016

Sinfonía.

El despuntar del día trenza sonidos con indiferencia.
Deja que los gorriones desadormezcan a la ciudad con su discordante canto y devastador piar.
Una festividad de luz que escolta la confusa creación de las imágenes,
el profundo desorden de lo palpable al que llamamos panorama para paliar sus efectos.
La orquesta desentonada de coches se incorpora, con ruidos hoscos e intimidantes. 
Le acompaña el abatido bostezo de los madrugadores,
el silbido electrónico de lo tecnológico, el sigiloso pedalear de los ciclistas.
Un orfeón de alumnos apasionados.
Y repentinamente,
cuando la batuta de vocablos choca contra el atril,
el poeta logra armonizarlo todo y convertirlo en sinfonía.
Canet.

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