Hace un milenio - o en otra vida-
te rogué que me señalaras
cuál de todos esos astros
que estábamos pisando
eras tú
y me señalaste el más cercano.
No me sorprendió la proximidad,
me extrañó que aparecieras bajo mi paraguas
con una sonrisa y tu corazón galopante
ofreciéndomelo entre tus manos.
No pienses en mí
y no dejes de soñarme
escribiste sobre el diluvio,
más tarde
comenzó a soplar la brisa esperada
de un mayo cualquiera.
Canet
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