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martes, 24 de noviembre de 2015

“Siempre habrá dinero y putas y borrachos” C.B

Hoy mi nombre es José. 
Os cuento que estoy limpiando la casa, 
que casi todo el tiempo limpio la casa porque no he terminado nunca de hacerlo.
Al igual que yo, 
José no piensa en lo que se va a poner, porque cree que es perder tiempo,
vestirse no es decidir una camiseta que combine con el pantalón, ni mirarse al espejo,
vestirse implica pensar lo que van a ver de nosotros: lo que somos.
Nos asusta no ser aceptados.
José regresa al salón y limpia el suelo como si no hubiese mañana.
Piensa que nunca estará limpio,
se sienta y
lee una poesía de Chinaski que dice “Siempre habrá dinero y putas y borrachos”.
José imita:
“Siempre habrá dinero y putas y borrachos”, 

y adopta su dicción únicamente para interpretarlo:
-Algunos dicen que debemos eliminar del poema
los remordimientos personales,
permanecer abstractos, hay cierta razón en esto, pero
¡POR DIOS!
¡Doce poemas perdidos y no tengo copias!
¡Y también te llevaste mis cuadros, los mejores!
¡Es intolerable!-
Siempre habrá dinero y putas y borrachos.

Los dos nos quedamos mirándonos.
Podemos ver nuestras heridas.
Me voy a la cocina y me doy cuenta que el suelo está lleno de restos vegetales 

que he ido acumulando a lo largo de los años.
Debo seguir limpiando el suelo.
Abro el libro del jardinero del mal y leo: 

“Y más tarde, un Ángel, entreabriendo puertas
Vendrá a reanimar, fiel y jubiloso,
los turbios espejos y las muertas llamas.”

Canet

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