Cuando espero su aparición
por las mañanas,
pareciera que el mundo
pende de una brizna.
¿Qué mierdas son el respeto,
la locura, la independencia,
ante el dulce invitado de música iluminada?
E irrumpe una vez más,
me observa firmemente
y me quita la chaqueta.
Le pregunto:
-¿Fuiste tú quien dictó
a Baudelaire los versos del mal?-
Y me contesta:
- Eso dicen.
Canet
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