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miércoles, 27 de abril de 2016

Días tristes.

Recuerdo que éramos tan desgraciados 
que en la madriguera yo hacía de cebo. 
Completamente a solas en la habitación, 
lograba escuchar al otro lado del tabique 
como iban de aquí para allá, 
estremeciéndose y dando vueltas en la cocina.
-Vivimos días tristes-
me decía la abuela peinándome con su mano.
Pasó el tiempo y
mi padre se compró un abrigo de piel de rata que desempolvaba
hasta que las moléculas alumbraban el comedor.

Canet.

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