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miércoles, 30 de septiembre de 2015

Cuando era niño.


Estás líneas las escribieron a medias 
entre las entrañas
y la paz de mis muertos que yacen bajo el musgo.

De donde yo provengo, 
de donde yo fui, 
de cuando yo era un niño 
–poco después que ahora- 
había un cementerio y jugábamos al escondite. 
Hoy
cerca de aquella infancia hay una iglesia
que rinde obediencia 
a una divinidad de plástico.

Siempre 
–cuando era niño–
poco después que ahora, 
hubo un sendero fecundado de incógnitas
con sus meandros cultivados de silencios
y mi desconocimiento. 
Después,
llegaba la primavera 
y florecían
los espinos con sus agujas 
y dejaba de ser yo.

Canet

martes, 29 de septiembre de 2015

Apuntes desde la cuadragésimo séptima planta, 10


(Apuntes desde la cuadragésimo séptima planta, 10) 

Tan sólo el amor, 
y verse vivir en un mundo triste y melancólico en los párpados. 
Despertar cuando la ciudad duerme y descorrer la cortina 
para que la noche cale. 
Acudir a las estanterías, desempolvar la tristeza. 
Vacilar entre un checo o un ruso. 
Mirar las estrellas tiritar a través de la ventana empañada, 
suspirar aliviado mientras contemplo la vida sin salir a la calle. 

Cientos de cuervos golpean la ventana, 
con tierra acumulada en sus alas 
y ciudades aprisionadas en sus garras. 
Ellos hoy no dormirán, 
muchos cristales ardiendo 
les aguardan. 
Y aunque el invierno congele el pavimento 
y la ciudad sea una vieja estampa en blanco y negro 
aún quedarán versos que plasmar, 
y alguna que otra 
noche sin dormir.

Canet

lunes, 28 de septiembre de 2015

Sin título 77


–Aparta esos libros de ahí y toma asiento.
Apuesto a que has venido para hacer tu trabajo pero seguro que tienes un rato para una cerveza y un cigarrillo. 

–Jamás bebo cuando trabajo y sabrás perfectamente
que fumar es adecuado para mí sólo cuando fumáis los demás.

–Tengo crema de calabacín recién hecha,
come un poco al menos, que es
visible que estás huesuda y siempre tienes frío.

Tomó asiento al lado de los libros
y fue tragando la crema pausadamente mientras yo la
observaba extasiado.
Todo era de humo, todo era paz.
De pronto se levantó y me dijo:

–Se acabó la comida, debemos irnos.
–Mi plato lo vacié hace tiempo...
–Mucho mejor, ya no queda nada que hacer ni nada que esperar.

Y nos largamos.
Ella iba delante y yo a la zaga observando ensimismado su
espalda oscura e infinita como la soledad.
Al llegar al portal empezó a sonar su teléfono móvil:

–Una desgracia –mencionó– alguien que me esquiva. 
Canet bien sabes que son los que más me gustan.
–Si es acuciante, por mí no te retrases, puedes irte y ya
nos citamos en otra ocasión para zanjar lo nuestro.
–Hasta luego Canet –su voz sonaba satisfecha–, nos vemos pronto.

La noche era más negra tras ella.

Regrese a mi casa y desde aquel día siempre tengo la mesa
preparada esperando su indudable aparición.

Canet

viernes, 25 de septiembre de 2015

Tragedias.


Manifestaron que se estampó contra un árbol. 
Un jodido árbol que había junto al semáforo. 
Intento imaginarme las hojas y las ramas que cayeron tras la tragedia. 
Intento imaginarme como la existencia incita a la muerte y viceversa. 

Salgo temprano con la bicicleta. 
Tomo fotos con los párpados a las nubes que progresan alrededor de casa. 
Todas son distintas, las oscuras logran tranquilizarme.

Hay instantes en los que la luz no se revela completa. 
Escribir de uno mismo ocasiona desnudez, 
pero también ambigüedad. 

Lo poco en ocasiones es bastante. 

No quiero pisar ninguna hoja, las más azafranadas lo suplican pero las ignoro por completo. 
Dostoyevski y Poe son ramas, son hojas que te hacen crujir, 
ambos son tragedias como el maldito árbol, 
como las nubes que logran sosegarme 
y alteran el azul o el malva del firmamento. 

Canet

jueves, 24 de septiembre de 2015

Venturoso.


Venturoso 

aquel que embelesado en el horizonte
cincela el patrimonio de la vida
sin otra intención que la de concebir
y, liberado de prejuicios delirantes,
se esconde del estrépito y los metropolitanos,
temperamentos matutinos, 
y rechaza
el ahogo yugular de la corbata,
el bmw flamante, 
la mujer corregida físicamente
y similares dependencias del mundo.

Venturoso
el que abre los ojos con el murmullo
silencioso del amanecer, 
y sin alarma inspira y
se levanta y entre sus párpados
se entreabre la profundidad de la luz
aquel que escribe sin prisas y 
y contempla con mirada entornada
el confín planetario, y en el cielo
ve aves plumadas.

Venturoso
aquel que a la sombra de los árboles
se asombra de la madre naturaleza 
y se detiene
en apreciaciones vegetales
cubierto en un letargo de sobremesa,
aquel que, 
despojado de cariño y de aversión,
deja pasar el día sin beneficio
palpable y no se arrepiente, 
porque nada
le esclaviza ni tiene prisa 
para llegar a finales de mes

Venturoso aquel 
por cuya fortuna
suspira el miserable que todo lo tiene.

Canet

martes, 22 de septiembre de 2015

No necesito más


Permanecer
un poco en el asfalto 
y otro poco entre el cine y la literatura,
tener
a una mujer compañera/amante/amiga 
que haya distorsionado el mundo 
y un manojo de instantes pasados y desdeñados
para que configuren entre todos un lugar donde residir.

Por lo demás,
ser un hogar sin puertas 
y ventanas abiertas de par en par,
lienzos y Bach, 
una siesta a deshora con ella,
propósitos,
un ayer olvidado, el futuro presente,
dos o tres carencias,
de vez en cuando el océano,
la salud en abundancia,
la sonrisa preparada para soltarla.

Deleitarme 
con la amiga soledad, quien 
jamás me falló con su presencia. 

Por lo demás,
no necesito más. 

Canet

lunes, 21 de septiembre de 2015

Para ti.


Para ti, 
esta es mi materia, mi masa corporal,
ha sobrevivido a temporales 
y contiene dentro animales diminutos
que por su nombre podrían ser alimañas o alevillas.
Para ti,
esta es mi materia,
que siempre te esperó,
cada día la embalsamo y con frecuencia
no me permite dormir,
si miras bien podrás ver en los recodos
la figura de tus manos.

Para ti,
estos son mi brazos teñidos,
tuyos,
esta es mi boca,
tuya,
esta es mi sustancia y de pronto
pellejo,
tripas,
tuyas,
se va a poner a escribir de dolor
y a llorar de amor,
nubes, brisa.

Para ti,
esta es mi carne,
siempre te aguardó,
en ocasiones no estás
y es vacío,
en ocasiones frío,
a veces poesía.

Canet

viernes, 18 de septiembre de 2015

Sin título 76


Torres altas con agua y frío azul en el tejado, 
un firmamento grisáceo con trazas amoratadas 
colmado de estrellas ocultándose, 
 y un mediados de noviembre 
y la luna chepuda del atardecer, 
palomas siguiendo un rastro de heces, 
árboles tiritando con ramas detenidas en el aire. 
Y yo aquí, 
sentado con la enfurecida 
sombra de mis manos sobre el teclado. 
Luces que titilan a lo lejos, 
gorriones que empiezan a huir, 
un nuevo anuncio de felicidad en la marquesina del autobús, 

-Redios, 
¿por qué diantres me regalas todo este espectáculo? - 

Canet

jueves, 17 de septiembre de 2015

Morirme.


Morirme 
después de desprenderme 
de todos las poemas, 
uno a uno. 
Y como colofón, 
disminuidas las lágrimas 
permanece una certidumbre: 
no hay muerte 
que asista 
para que deje de vivir. 

Canet

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Esta mañana...


Esta mañana
los zombis se me han anticipado 
y han madrugado.

Adormilados aún
han presenciado, incrédulos,
cómo cruzaba jubiloso
su distrito
de materia imbécil y absurda
mientras exclamaban, 
estupefactos,
ilegibles consignas
de censura hacia el forastero.

No me ha importado 
su habitual falta de empatía.
He continuado
con la espalda recta
y las alas abiertas,
el torso fuera, inflado,
el pico izado
hacia el firmamento
de este noviembre,
enfrentándome a la destemplanza
con el gorro de lana y la chaqueta
de trapo e ilusión,
rechazando el miedo
y reconociéndome vulnerable pero fuerte,
convencido de encontrar
la milagrosa fuente de palabras
y saciarme con sed de zahorí.

Canet

martes, 15 de septiembre de 2015

La librería.

La librería rebosante de polvo 
retiene lecturas de lustros pasados,
se arquea con silencios y noches desveladas.

Apuntalada entre los tomos rusos
una entrada de teatro
invoca el dualismo de la vida.

Una foto de Parìs
en un camposanto de noviembre
se esconde entre párrafos e
insinúa una pequeña catástrofe
padecida en los estantes.

Faltan libros,
y rebosan versos en post-it
que peregrinan
hacia otras baldas cargadas de polvo.

Canet

lunes, 14 de septiembre de 2015

Sin título 74


El payaso arranca sonrisas, 
el novelista narra historias, 
el escultor cincela materia, 
el pintor traza líneas, 
el músico acaricia armonías, 
el poeta, 
sin embargo, 
no idealiza ni eleva,
es una zapatilla junto a una parada de autobús,
o un banco vacío, 
o un perfume,
algo que huye,
o tal vez no, 
algo que existió
y no volverá a existir, 
como las lluvias,
la nieve, el verano y la sonrisa. 
El poeta es una lágrima, 
algo descomunal, inexplicable
como la brisa, o un tren, o una poesía,
algo que concede.

Sin esperar nada.

Sé cauteloso e intenta pasar desapercibido. 
Descubre tu vida tan solo
a la brisa que ha soportado
la caricia de la soledad. 
Tolera la tristeza. 
Sueña solo en las madrugadas
de nostalgia. 

Comprende la mañana
y el itinerario, el instante y no implores.
Presta todo el interés a lo inerte. 

Aprende a engrandecer
las tinieblas bajo la carne. 

No te ocultes entre frases.
Siéntate con la asamblea de los árboles,
con el conocimiento de las aves
y no te quedes quieto ni esperes nada.

Canet

viernes, 11 de septiembre de 2015

Despojado de todo


No me he enemistado con los cigarros
porque fumen todos, 
ni con las ramas desnudas porque sea ya casi invierno,
ni con la oscuridad porque fuera tenebrosa, 
ni con las golondrinas porque
se hayan largado.
Pero cigarros, 
ramas, oscuridad, golondrinas
se han enfadado conmigo.

Heme aquí,
empujado hacia el juzgado de las ramas desnudas,
ante el juzgado de las oscuridades, de los cigarros, 
de las golondrinas,
audiencias humeantes, 
audiencias espinosas,
audiencias sombrías, volátiles.

Heme aquí,
castigado y convicto por ignorar,
por el altruismo, por la quietud,
por el anonimato.
Veredictos transcritos en el lenguaje de las ramas.
Sentencias selladas
con plumas oscuras,
vaporosos flagelos para mí.
Estoy despojado de todo, 
intento averiguar lo que merece
mi desconocimiento...
y no lo consigo, 
no logro desentrañar nada,
y este estado de ánimo, 
se enfurece conmigo
y me sentencia, incomprensiblemente,
a una eterna espera,
a desconocer el sentido de las cosas
hasta que me convierta en humo, 
en ramaje desnudo,
o en oscuro plumaje. 


Canet

jueves, 10 de septiembre de 2015

Los árboles de madriz.

Los árboles de madriz 
son las lágrimas de los vagabundos en la noche, 
pidiendo compasión, 
en silencio, 
a la madrugada.

Pronto, será diciembre,
nuevamente...

Canet

Uno más.


Monótonos, 
adustos y probablemente
apunto de exterminarse
miraba yo a los humanos.
Eran el blanco de mis mofas más agudas,
hasta que la vida ,
que transcurre sin cesar y lo cura todo,
me ha convertido en uno más. 

Canet

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Mujer.


Una flauta 
calentando la tarde.
Una mujer de café
acaricia sus clavijas
mientras el vaho de su inspiración cobrizo
baila una cumbia agarrado con las notas. 
-hace calor en el aposento de su boca-

Y la mujer, 
que anhela ser brote
desliza pétalos por las paredes,
se torna con lentitud en aturquesada,
comenzando en su halo 
de cielo y mar,
e ignorando cómo,
se transforma en una flor silvestre/exótica
que prende con su flauta el aire.

Ya la mujer 
es niña en cada hoja
y yo pretendo ser brisa 
en su ramaje. 

Canet

A solas.

En ocasiones se presenta sin yo esperarla, 
toma asiento frente a mí 
y me observa con reserva. 
Yo rechazo como puedo el aguijonazo de su mirada, 
revuelvo los objetos, creo alboroto con ellos, 
cambio el orden de las cosas. 
Pongo un disco, 
enchufo la radio, 
saco el caballete y los pinceles, 
construyo un verso, 
riego las plantas 
en un intento estéril de escabullirme. 
Ella aguarda tranquila, 
como una abuela el regreso del nieto que escapa de sus besos. 
Finalmente su mirada se torna afectuosa, 
me observa complacida con las manos 
sobre el regazo, resulta linda la escena. 
Decido acomodarme junto a ella 
y hablamos con reposo. 

A la melancolía nunca le gusto estar a solas. 

martes, 8 de septiembre de 2015

Sin título 73

Sólo necesito que a mis escritos fallidos 
vengan otros detrás y les elogien, 
¡lo que me faltaba! 
que aquel que camina con el teléfono en las narices
encuentre divertidos mis poemas
y que otro con cara de idiota manifieste con ímpetu
que además de desagradarle no lo ha entendido.
Un poeta no busca ser agradable ni comprendido
ni absorbido;
un poeta o intento de poeta,
señores,
lo que ansía es que le crean,
aunque tampoco eso subsana
si los escritos no han sido más que el producto
de haber caminado sin desearlo
sobre la delgada línea del abismo.

Ya se sabe que,
poeta que se desnuda para un tiempo
de necedad tan patente,
¿qué mundo va a serle ya adecuado
sino aquel
que levante con su aullido y percepción?

Canet

Otoño.


Aunque las hojas tiriten en los ramajes habituales. 
La suciedad humana cubra el pavimento con el mismo burbujeo gris. 
Y los hombres observen a las niñas con la misma petulancia de todos los años. 
No me harto jamás, 
por usual que sea la escena. 
O cuando logro escuchar nuevos gorjeos. 
Aunque todo haya sucedido antes, no siento tristeza: 
Disfruto del otoño, 
como si jamás hubiese existido. 

Carencia.

Carencia,
y eso que al comenzar
atesoraba en las manos cierta confianza,
y los dedos con rastros de guerra y juicio.
Así es,
aquí se me duerme el corazón, apenas late.
Me obligo a realizar cometidos
como atraer nubes o árboles
hasta el océano del folio
o hasta la convulsión del verbo.

¿Y si ya no me quedaran palabras decentes
o ni siquiera unos ridículos apuntes de claridad?
¿Y si ya no hay vigor en el aullido
ni hojas en los árboles donde escribo?
Por lo tanto
¿Por qué me duele la algarabía
y me provocan náuseas los versos?
¿Por qué diantres me quema
si no soy capaz de diluviar?

Os regalo una nación entristecida
entre líneas mutiladas de furia,
una evocación embustera
sin orden ni concierto.
Un otoño del que espero dé más.
Y una mirada extraviada
-si logro encontrarla-
que escapó clandestinamente con la niñez
y me escribe poemas
desde una distante confianza,
desde la sutileza que reside
entre mi boca y mi carne.

Carencia,
las palabras no muestran su flama,
quizá encuentre algún bramido bajo las uñas,
o una cruzada en mis entrañas,
o efervescencia letal en la indiferencia
que me infecta un mundo defectuoso.

Canet

lunes, 7 de septiembre de 2015

Escribir una poesía.


Desnudarte,

abrir el grifo de las venas.
Llenar la bañera de voces 
e insignificantes detalles.
Introducirte. 
Sentir las navajas
de palabras en la carne.
Diluirlas con tus lágrimas y después
secarte con el albornoz
y permitir que el desagüe
se trague los versos estériles.
Escribir una poesía
es como eliminar
la mierda de la piel.
Simplemente es asearse.
Tan solo eso.